Desde hace 11 años, la gente de Lieux Publics organiza Remue Méninges, un encuentro de artistas y profesionales en el que se comparten proyectos en proceso (Remue Méninges es la traducción francesa de Brain Storming). Se organiza en Pigna, un pueblo de Córcega de 94  habitantes en el que, a estas alturas del año, sólo hay un hotel de 9 habitaciones abierto que ocupamos por completo. Este año estábamos Oposito (F), Rara Woulib (F), el Théâtre du voyage intérieur (F), el Théâtre Nomade (Marruecos) y yo. Compartir las dudas y deseos con desconocidos siempre provoca una cierta tensión, así que Lieux Publics había propuesto unas reglas de juego para que la palabra no fuera monopolizada por los que más hablan ni las sesiones se eternizaran en vagas discusiones porque, siendo un «dispositivo de ayuda a la escritura» las sesiones eran charlas, no ensayos «en escena».

A parte del interés de cada uno de los proyectos, lo que allí se estaba investigando era la posibilidad de compartir el trabajo más allá de las fronteras de la propia compañía. ¿Es posible establecer mecánicas de trabajo que permitan a otras personas intervenir en el proceso de creación de un espectáculo? ¿Es posible encontrar las «líneas de fuga» de las distintas compañías para así involucrarse en la lógica de cada una? ¿Es posible encontrar unos temas comunes que permitan desarrollar el trabajo más allá de la formalización de cada espectáculo?

Para llegar a responder a estas preguntas lo más importante era construir un espacio común de saberes, donde artistas y observadores colaboraran sin necesidad de entrar en la formalización del espectáculo (que siempre acaba siendo rehén de las manías de cada artista) ni en valoraciones al estilo de la «pedagogía positiva» donde unos tienden a «animar» a los otros con un arsenal de bellos adjetivos.

Lo conseguimos a medias. A mí me saltaron los plomos en la última sesión. Pero el proyecto que traía bajo el brazo cada día me gusta más.