Hoy por fin he visto el video Episode III de Renzo Martens. Se proyectaba durante la presentación de Domini Públic en el KunstenFestivalDesArts y causó escándalo la manera en la que el director hacía un documental en África. No tuve la ocasión de verlo entonces. Ahora se exhibe en La Virreina de Barcelona.
Renzo Martens se va a una zona recóndita del Congo y enseña a sus habitantes a “aprovechar al máximo sus propios recursos: la pobreza”. Se acerca a unos chicos que tienen un chiringuito de fotografía y les demuestra que haciendo fotografías de bodas y cumpleaños ellos ganan 1$ al mes mientras si vendieran fotos de “la guerra, mujeres violadas o niños hambrientos” como hacen los periodistas occidentales ganarían 1000$ al mes.
Los chicos fotógrafos están algo indecisos pero siguen a Martens que se dispone a darles unas clases de cómo fotografiar la pobreza. Se acercan a un poblado paupérrimo y fotografían a las mujeres trabajando mientras Martens los anima a acercarse más y a entrar en las chabolas. Más tarde se acercan a un dispensario y preguntan por los niños peor nutridos. El médico repite el protocolo habitual: toma un par de niños, los desnuda y los sienta sobre un camastro para que los fotógrafos tomen imágenes. La única diferencia es que esta vez los fotógrafos son chicos de la misma zona sin uno de esos carnets de prensa que facilita la ONU. Los aprendices de fotógrafo se acercan a los niños y aprenden a enfocar las prominentes costillas y las legañas resecas.
Ya medianamente entrenados Renzo Martens va a la fortaleza que Médicos Sin Fronteras tiene en la zona. Enseña las fotografías recién reveladas de sus pupilos y pide permiso para que éstos fotografíen a los enfermos que la ONG tiene bajo su custodia. Los responsables de la organización dicen no prestarse al juego de la “espectacularización” del dolor. Martens les recuerda que sin embargo no tienen inconveniente en abrir sus puertas a los fotógrafos blancos que lo desean. La diferencia según la ONG es que los blancos tienen carnet de prensa y los negros todavía no tienen la técnica suficiente.
Renzo Martens y sus pupilos salen de la fortaleza. Martens se despide de los chicos fotógrafos. No conseguirán el ansiado carnet de prensa de la ONU, salvoconducto para moverse por la zona haciendo fotografías. Tendrán que volver a su chiringuito a vender fotos para bodas. No sólo el cacao, el caucho, los diamantes o el coltán son explotados por el hombre blanco, también la representación del sufrimiento de grandes zonas de África es propiedad de los países ricos y sus trabajadores blancos.
NOTA 1: El documental ha sido muy criticado por razones éticas. En el video Renzo Martens se pasea con un gran neón en el que se lee “Enjoy Poverty (please)” y usa a los chicos fotógrafos para construir su documental. En este sentido estoy de acuerdo con Claire Bishop: el artista tiene que rendir cuentas de su trabajo por razones estéticas. La ética de su trabajo forma parte de la esfera de lo privado.
NOTA 2: En la misma exposición en La Virreina se puede ver uno de los primeros trabajos de Harun Farocki: The inextinguishable fire.
Foto: fotograma de Episode III de Renzo Martens.